Trascastro se presenta como una aldea asturiana típica del suroccidente de nuestra región. Un pueblo tranquilo, formado por casas tradicionales donde se lleva una vida sosegada al ritmo que marcan las labores del campo y de la vida rural. Rodeados de naturaleza por los cuatro costados, los paisajes que nos cobijan se ven protagonizados por prados verdes y pastizales que, poco a poco, van dando paso al bosque primigenio y autóctono de robles, fresnos, avellanos, hayas y acebos. Bosques que visten nuestras montañas y que son cruzados por numerosos caminos y senderos que dejan entrever sus secretos y a sus habitantes más ilustres, la fauna silvestre. Senderos que, para el ojo atento, revelan innumerables testimonios de nuestro pasado reciente y de la vida campesina. Molinos, brañas, lavaderos, hórreos, caleros, presas… todo ello, junto con la abundante toponimia, nos habla de la profunda relación que existe entre la tierra y la menguada población que, aún hoy sigue viviendo de lo que el campo les da.
No es efímera, por tanto, la posibilidad de que los habitantes salvajes, como el oso pardo, el corzo, la nutria, el águila real o el jabalí, entre otros, nos puedan sorprender, con su presencia, en cualquier recodo de los montes circundantes durante el transcurso de un sosegado paseo matutino, o con su aparición en las praderías del pueblo mientras disfrutamos de una agradable comida en el jardín o en la terraza, pudiendo entretener nuestra mirada en sus quehaceres.
En este entorno privilegiado sobresale el Cueto de Arbas con sus 2007 metros de altitud, montaña insigne que presenta en su falda la laguna del mismo nombre. Para deleite nuestro, existe una ruta que asciende hasta el mismo pico donde podremos disfrutar de una panorámica indescriptible. Por el camino, tenemos la oportunidad de observar la amplia variedad de fauna y flora que habita esta montaña, al igual que reponer fuerzas al lado de su relajante laguna de origen glaciar.
En la misma cabecera del valle, Tsoutsina, Monte´l Gato, Valdicuélabre y Veiga´l Palu, con su famosa “fonte de las bruxas”, son lugares, entre otros, que no dejan indiferente a nadie y nos hacen conectar con la naturaleza.
Del mismo modo, las aldeas de Riomolín, Corros, Villar d´Arbas, Brañas de Arriba y Brañas de Abajo, donde se aprecian algunos vestigios de los «teitos» (cubiertas vegetales hasta hace poco en viviendas y construcciones anexas), son enclaves que nos ayudan a descubrir el modo de vida de estas personas y a entender que a día de hoy algunas de estas aldeas se encuentran completamente deshabitadas, debido a las duras condiciones.
Poder ver y valorar todo esto, es uno de los mayores atractivos que se presentan al visitante atento y curioso que se aloja en nuestros apartamentos, bien por cuenta propia o de la mano de nuestra empresa de turismo activo MIRADA ASTUR.